Julieta tiene 37 años, trabaja en la recepción de un hotel y está estudiando actuación. Ella sabe que muchos a su edad ya se recibieron y están ejerciendo su profesión, pero a ella le costó mucho decidir qué estudiar. Había empezado derecho, pero se dio cuenta de que no era lo suyo. Probó con un profesorado, pero al poco tiempo descubrió que la docencia no es su vocación. Finalmente, después de muchas excusas, reconoció que siempre le gustó la actuación, pero que por prejuicios ajenos y propios siempre la esquivó, y el año pasado por fin se animó a comenzar.
Julieta está casada con Miguel, y juntos tienen 2 hijos: Camila, de 12 y Simón, de 7. Camila es super tranquila y le encanta soñar despierta, es un poco callada pero muy creativa. Simón es todo lo contrario, no para de hablar y nunca va a ningún lado sin su pelota de básquet.
Hace unos meses Julieta comenzó a sentirse mal. Al principio no prestó mucha atención, pero el malestar empezó a crecer, y se preocupó. Miguel le insistió para que se hiciera ver, los médicos la mandaron a hacerse varios estudios. Hace cinco minutos, ella y su esposo pasaron al consultorio donde el médico les está dando una difícil noticia: Julieta tiene cáncer.
Al principio ninguno de los dos reacciona. Ella está un poco confundida y no termina de entender; luego piensa que hubo algún tipo de error. Es imposible. Ella siempre llevó una vida sana y activa. ¿Cáncer? Imposible. Finalmente, en su mente se dibujan las caritas de Camila y Simón. Las lágrimas empiezan a brotar de sus ojos y Miguel la abraza para contenerla, aunque su rostro también está empapado por el llanto.
¿Y la actuación? ¿Y los planes? ¿Y los proyectos? ¿Y la rutina?
Hay noticias que pueden cambiar nuestra vida en un abrir y cerrar de ojos.
¿Pensaste alguna vez en lo duro que es recibir un diagnóstico de cáncer? Quizás lo hayas experimentado de cerca. En un segundo todo cambia por completo. Los planes se alteran, la rutina se transforma y comienza una etapa completamente distinta. Internaciones, estudios, trámites, remedios, quimios, mejorías, recaídas, incertidumbre, cambios físicos, emociones intensas.
Así como Julieta, cada día, miles de personas en el mundo son golpeadas con la dura realidad de que padecen cáncer, y comienzan a transitar un nuevo camino en su vida. El instituto de Oncología Ángel Roffo hace más de 50 años comprendió que un paciente de cáncer no solo necesita asistencia médica, sino también otros tipos de acompañamiento. De esta manera, nació el equipo de voluntarias Roffo, con la misión de “acompañar al paciente y a su entorno significativo”.
Para esto, asisten a los pacientes y a su núcleo cercano (que puede estar compuesto por familiares, amigos, o vecinos) brindando insumos, orientación, acompañamiento y ayudándolos en la gestión de trámites.
También visitan a los pacientes que están hospitalizados, y les proponen tres dinámicas interesantes a elección, para ayudarlos a salir un poco de su rutina: Arte al encuentro, mediante la cual realizan obras plásticas como pinturas o dibujos a cargo de una voluntaria profesora de arte; terapia de relajación, que incluye sesiones de masaje podal reflexología y reiki; y paseo virtual, que los invita a viajar a un lugar de su elección a través de unos lentes de realidad virtual.
El voluntariado además realiza otras tareas como campañas de donación de sangre, donación de pelo y concientización respecto al cáncer de mama. El equipo actualmente está conformado por 30 voluntarias que están organizadas en diferentes cargos, funciones y horarios, bajo un reglamento estipulado, y visten con orgullo su característico uniforme rosa. Las voluntarias atraviesan un proceso de capacitación de aproximadamente dos meses, y se encuentran bajo la supervisión de profesionales de la salud que respaldan su trabajo. Reconocen que muchas veces es difícil, y están expuestas a experiencias muy duras. Pero persisten sosteniendo tres valores que promueven: la empatía, la solidaridad y la sinergia.
Hay muchas formas en las cuales podés colaborar con el Voluntariado Roffo:
- A través de la donación de insumos como guantes y barbijos, o de materiales como acuarelas, pinceles, lana, agujas, hisopos o acrílicos.
- Difundiendo su trabajo en las redes.
- Sumándote como voluntaria.
- Donando banners, folletería o cartelería.
- Donando dinero.
- Si tenés conocimientos de desarrollo web, ayudándolas en la renovación de su sitio web oficial.
Así como hay noticias que pueden cambiarnos para siempre, hay personas que se quedan en nuestro corazón para toda la vida. Son quienes, sin ninguna obligación, deciden invertir su tiempo, recursos y lágrimas para acompañarnos en los momentos más difíciles que nos toca vivir. Eso representan las voluntarias Roffo. Y por eso, aprovechamos para decirles… ¡Gracias!