En ocasiones, el bullicio y la celeridad de la vida no nos permite mirar a los costados y caer en cuenta de que hay personas a nuestro alrededor. Nos sumergimos tanto en nuestra parte de la historia, que hasta olvidamos la existencia del los demás. No dejamos de verlos ni de oírlos, pero realmente no les prestamos atención.
Por otro lado, hay otras veces, en las que realmente tenemos el deseo de interesarnos en otros. Entendemos que la vida no se trata solo de nosotros, y un genuino deseo de hacer “algo más”, algo “valioso”, nos inunda. Sin embargo, cuando esto pasa, no son pocas las oportunidades en las que nos desanimamos porque pensamos que no tenemos nada para aportar. Puede que incluso lleguemos a la conclusión de que no podemos generar un impacto real, sin dinero, recursos o ciertos talentos que nos son ajenos.
Sin embargo, si este es nuestro caso, hay algo que podemos hacer. Una acción tan infravalorada como relevante. Un pequeño gesto que no requiere de grandes sumas de dinero ni de singulares dones. El simple, humilde y aún así tan valioso, acto de escuchar.
Estudios demuestran que la empatía se está perdiendo, y que las nuevas generaciones suelen ser más narcisistas y menos empáticas que sus predecesoras. En un mundo por demás estimulante, en el cual nos cuesta concentrarnos y prestar atención, y en el que somos constantemente interrumpidos por notificaciones, mensajes o llamadas; no parece ilógico pensar que estamos perdiendo la capacidad para pensar en el otro.
Hace casi un siglo, Ernest Hemingway sostenía que “escuchar detenidamente te hace especial, pues casi nadie lo hace”. Y eso que en su época no existían ni la mitad de las distracciones con las que convivimos hoy.
Estamos perdiendo la capacidad de escuchar a los demás, y de esa manera, también perdemos la capacidad de escucharnos a nosotros mismos.
Si en el intenso mundo de hoy, somos de aquellos que tienen esa chispa interior de querer hacer algo más, una de las mejores cosas que podemos hacer, es tomarnos el tiempo de aprender a escuchar. Puede parecer algo insignificante, pero para algunas personas, ser escuchados, es algo que no tiene precio.
¿Cómo Aprender a Escuchar?
- Mantené contacto visual: En un mundo lleno de distracciones, dedicar tiempo y atención a la persona que habla, muestra respeto y genuino interés. El contacto visual es la clave para establecer una conexión más profunda.
- Eliminá distracciones: Apagá el teléfono, cerrá la computadora y concentrate en la conversación. La atención plena permite captar matices, tonos de voz y expresiones faciales que enriquecen la comprensión.
- Practicá la empatía: Colocate en los zapatos del otro. Intentá comprender sus sentimientos y perspectivas. La empatía crea puentes emocionales y fortalece los lazos humanos.
- Evitá ser el protagonista: Lo más común en las conversaciones actuales es que alguien cuenta algo que le pasa o le preocupa, y el interlocutor responde contando algo que le pasa o le preocupa a él. Muchas conversaciones son eso: dos personas hablando de sí mismas. Hay momentos para hablar de nosotros, y momentos para escuchar a otros. Cuando sea el caso, prestemos atención a lo que el otro nos comparte. Preguntemos, pidamos detalles, aguardemos en silencio. No estemos ansiosos por intervenir, no interrumpamos, no cambiemos de tema rápidamente.
La escucha activa es un regalo que ofrecemos y recibimos, una puerta hacia el entendimiento mutuo y la solidaridad. Así que, ¿por qué no tomarnos un momento para escuchar?