Vivimos tiempos complicados. Las preocupaciones diarias son muchas y se superponen unas a otras. La inseguridad, la economía, la salud, el futuro… Todas estas cosas (y seguramente otras tantas) suelen ocupar mucho espacio en nuestra mente y nos empujan a hacernos preguntas completamente válidas y honestas: ¿Por qué deberíamos preocuparnos por otros? ¿Cómo sacar tiempo o energías para los demás, cuando muchas veces apenas tenemos recursos para ocuparnos de nosotros mismos?
En un mundo apurado, atolondrado y en varios aspectos herido, es extraño que alguien se detenga a mirar a su alrededor para ver la necesidad de otros; y es más raro aún, que invierta de lo propio para suplir esa carencia. En ocasiones algo nos conmueve y nos moviliza, pero en aquellos momentos, incluso antes de dar el primer paso, es probable que esta pregunta vuelva a inquietarnos y a llevarnos a dudar… ¿Por qué debería preocuparme por los demás?
Quisiera intentar responder esta pregunta y darte varios motivos para animarte a dar el primer paso (y luego muchos otros) para ayudar a quien esté atravesando un tiempo de necesidad.
1) Ayudar a otros se siente increíble:
Seguramente te ha pasado… Esa extraña y hermosa sensación de bienestar y plenitud que se experimenta a la hora de ayudar a otros. ¿No es maravilloso? Ser parte del progreso en la vida de las personas, o de la transformación de una situación negativa en el medio ambiente o la sociedad nos hace sentir útiles y llena nuestro corazón de una manera única.
2) Ayudar a otros nos transforma:
Cada vez que elegimos dejar de concentrarnos sólo en nosotros mismos y en nuestros problemas, e invertimos tiempo, ganas y energía en los demás, nuestra forma de pensar y de ver el mundo cambia. Aprendemos a ser más agradecidos con lo que tenemos y hemos alcanzado en la vida; aprendemos a sociabilizar y a relacionarnos con los demás de una forma nueva; desarrollamos una autoestima más sana al sabernos y comprobarnos aptos para cambios positivos, y reducimos el estrés. Estas son sólo algunas de las transformaciones que veremos en nosotros mismos al animarnos a ayudar a los demás.
3) Ayudar a otros cambia realidades:
En la antigüedad los escultores utilizaban pequeños y rústicos martillos y cinceles para trabajar en grandes rocas y recoger material para hacer sus obras de arte. El escultor martillaba pacientemente durante horas, golpeando repetidamente la piedra hasta que finalmente el fragmento seleccionado se desprendía y podía ser trasladado a su taller. ¿Cuál era el golpe más importante? ¿Cuál era el martillazo más significativo? ¿El primero? ¿El último? ¿El más fuerte? Todos y cada uno de los esfuerzos eran necesarios para vencer a la dura roca.
A veces pensamos que lo que hacemos no tiene ningún impacto o valor, o que realmente no hace ninguna diferencia. Pero la verdad es que, como los golpes del cincel en la piedra, cada pequeño aporte suma y es necesario para transformar una realidad adversa. Cada vaso de café repartido con amor en una fría noche, cada punto en una bufanda o frazada tejida para regalar a alguien que no tiene donde resguardarse del invierno, cada visita al hospital de niños con sonrisas y juguetes para repartir, cada carta escrita con ternura llena de palabras de aliento para pacientes con enfermedades terminales, cada abrazo, beso, apretón de manos, cada donación, cada minuto como voluntario, cada semilla plantada… Cada pequeño gesto es capaz de transformar realidades de maneras que seguramente no podamos imaginar.
Hay otras buenas razones para decidirnos a ayudar a los demás: Nos hace crecer como personas, forja hermosos valores en los niños, enciende una llama de motivación en nuestro corazón como ninguna otra cosa… Y podría seguir escribiendo durante horas. Pero creo que estas son respuestas suficientes a esa recurrente pregunta que muchas veces nos hacemos.
Cada vez que tengas el deseo, la iniciativa o el impulso de ayudar a alguna persona, y en tu mente se dibuje la duda acompañada con alguna de las típicas preguntas (¿Por qué? ¿Servirá de algo? ¿Puedo hacer alguna diferencia?) recordá que sí, que vale la pena, que tu aporte suma, que sos importante, que cambiarás realidades, serás transformado, y te sentirás increíble.