¿Qué significa la adopción? ¿Para qué sirve? ¿Para quién es? Bueno, si miramos un poco la historia, los hogares para niños derivan de la acción de los cristianos en los primeros siglos después de Cristo. Cuando una familia romana tenía un bebé, si la criatura nacía con algún problema de salud o si era niña y no se pretendía una, era muy común que los padres se deshagan de esos “niños indeseados”. Las familias cristianas recogían a aquellos bebes de los caminos o los cerros en los cuales eran abandonados y los criaban como propios.
Estas familias no los adoptaban para suplir un vacío en su vida, cumplir su sueño de ser padres o sentirse realizados. Los adoptaban por amor, porque eran pequeños indefensos que habían sido desechados, habían perdido a su familia y, si nadie intervenía, perderían también su vida. Lo más importante en la adopción eran (y siempre deberían ser) los niños.
¿Cómo es hoy en día?
En la actualidad es muy frecuente hablar de adopción como un beneficio para los padres. ¡Y claro que lo es! La oportunidad de ser la familia de un niño que ha perdido la suya es, por supuesto, un privilegio. Pero debemos recordar esto: quien se encuentra indefenso; quien ha perdido casi todo y quien merece y necesita una familia es el niño.
En respuesta a esta realidad: Príncipe de Paz
Hace poco más de 9 meses, en el partido de Florencio Varela (perteneciente a la Provincia de Buenos Aires, Argentina) abrió sus puertas el hogar convivencial infantil “Príncipe de Paz”. En él viven niños de entre 6 a 14 años que han sido separados de sus padres por casos de violencia, negligencia o abuso. Príncipe de Paz funciona como una casa normal: los chicos se levantan a las 9, se preparan el desayuno, van a la escuela, realizan las tareas del hogar y tienen salidas periódicas para distenderse y compartir (a plazas, parques, piletas, pizzerías, cine, etc.) Además, los que así lo desean, participan de actividades de su interés, como escuelas de fútbol o danza.
Hablando con Lorena, la directora de Príncipe de Paz, aprendimos mucho sobre el sistema de adopción en Argentina. Descubrimos con tristeza que éste funciona de manera lenta, un tanto desprolija, y que deja muchos baches y espacios en blanco que dificultan enormemente la posibilidad de que los niños que han debido ser separados de su familia, vuelvan a tener una.
Un breve vistazo por el sistema de adopción
Resumidamente, el proceso para que un menor pase a estar en situación de adoptabilidad es el siguiente:
Mediante una denuncia (por parte de una institución pública o algún vecino que detecten señales o sean testigos de violencia, maltrato o abandono hacia un menor) las autoridades toman parte en el asunto. Se verifica la denuncia y, si resulta veraz, el menor es apartado de su familia y es enviado a un organismo público en donde permanece mientras el sistema intenta “reconstruir” a su familia. En algunos casos esto implica intentar que sus padres hagan un tratamiento para salir de adicciones, o proveer asistencia habitacional para sacarlos de situación de calle. Este intento de reconstrucción tiene un plazo de 180 días, tiempo durante el cual también se intenta ubicar a algún familiar o pariente cercano que pueda hacerse cargo de los menores. Si nada de esto tiene éxito, los niños pasan a estar en situación de adoptabilidad, lo cual se anuncia mediante una “convocatoria pública”. Luego, se procede a evaluar a las parejas o individuos interesados en adoptar, y se escoge a los que se considera más adecuados para hacerse cargo del menor. Ellos realizan una serie de visitas en la etapa vinculatoria, la cual, una vez finalizada, si todo sale bien, da lugar a la adopción y a la tutela legal y plena. Este artículo ofrece envío gratuito en productos calificados, o compre en línea y recójalo en la tienda hoy en el Departamento Médico.
Ahora bien, este fue un resumen del proceso sin enumerar las muchas problemáticas en el mismo, algunas de las cuales mencionamos a continuación:
- Frecuentemente las denuncias tardan en ser atendidas, como consecuencia, los niños permanecen durante mucho tiempo en situaciones de violencia, negligencia o abuso.
- Los plazos se alargan. 180 días es el tiempo mínimo para intentar reconstruir a la familia de los niños; pero las autoridades responsables pueden solicitar prórrogas. Además, por cuestiones administrativas, por causa de la saturación de casos y por otros motivos, el tiempo entre que el menor es retirado de su familia hasta que está en condiciones de ser adoptado puede prolongarse considerablemente. Esto es un gran problema, porque la gran mayoría de los pretensos adoptantes buscan adoptar a menores de cuatro años. Debido a la lentitud del sistema puede ingresar, por ejemplo, un niño de dos años a una institución, y estar en situación de adoptabilidad recién con cinco años de edad, lo cual disminuye significativamente sus posibilidades de adopción.
- Los hogares están saturados. El Estado posee muy pocos hogares y por lo general están en pésimas condiciones. Por este motivo ONG, fundaciones, asociaciones civiles e iglesias suplen esta ausencia abriendo sus propios hogares. Los mismos son costosos, y el Estado solamente colabora aportando becas de dinero que tienen por finalidad solventar los gastos alimenticios de los menores. Todos los demás gastos (limpieza, sueldos, servicios, útiles escolares, actividades extra y cualquier gasto que implique el sostener un hogar y proveerle a los menores todo lo necesario para su desarrollo) corren por parte de la institución. Pero, además, para recibir las becas que el Estado otorga es necesario reclamar continuamente a los organismos públicos y, normalmente, los pagos se retrasan mucho. La falta de presupuesto representa una problemática frecuente y pronunciada en la mayoría de los hogares de Argentina. El hogar Príncipe de Paz conoce esta realidad perfectamente. A pesar de su corto tiempo de existencia, todos los meses debe luchar para no cerrar sus puertas. Desde el inicio los pagos de las becas se han hecho rogar, y si no fuera por voluntarios y socios que apoyan económicamente o a través de donaciones de diferentes índoles, no hubieran podido seguir funcionando. Incluso la propiedad fue una donación; “un regalo de Dios” en palabras de la directora, que una mujer con un corazón enorme ofrendó con el único objetivo de que sea utilizada para el hogar infantil.
- Como mencionamos antes las personas interesadas en adoptar en su inmensa mayoría buscan a bebés o a chicos muy pequeños. A medida que los niños crecen, se reducen sus posibilidades de volver a tener una familia y quedan confinados a un sistema que los descuida y se desentiende de ellos cuando llegan a su mayoría de edad.
- La visibilidad de esta problemática es casi nula; las “convocatorias públicas” resultan ser poco convocantes y poco públicas; y además, ni hablar de niños vulnerables, ni hablar del sistema de adopción argentina resulta mediático, por lo cual, esta realidad no tiene cobertura ni está en la agenda pública.
Como si fuera poco…
A todos estos problemas se suma el hecho de que los potenciales padres adoptivos tienen ciertas pretensiones o temores, lo cual complica mucho más el panorama y sentencia a muchos niños a pasar toda su infancia y adolescencia siendo trasladados de una institución a otra. El concepto de adopción moderno en muchos casos responde más a la búsqueda de una satisfacción personal por parte de los adultos, y se corre del enfoque inicial de buscar devolverle al niño lo que ha perdido (la posibilidad de tener una familia). Por este motivo, los menores que no cumplen las expectativas con respecto al rango etario, la conducta esperada o su pasado o historia de vida, tienen muy pocas posibilidades de ser tenidos en cuenta. Lorena nos comentó que la frase más común que se repite entre los pretensos adoptantes para explicar su desinterés por adoptar a niños mayores de cuatro años es que “ya vienen con una historia encima”. La directora del hogar nos explicó su opinión sobre esta postura a través de una interesante analogía: Ella dice que cuando uno se enamora de su pareja, esta también viene con una historia. Con un pasado, con heridas, con defectos y virtudes. Pero uno ama y aprende a seguir amando a esa persona más allá de todo lo demás. Lorena sostiene que así debe ser también con la adopción. Ella y todo el equipo de Príncipe de Paz son testigos de cómo amando a los niños han visto realidades y comportamientos transformados de maneras sorprendentes. “Si esto pasa en un hogar” –reflexionó Lorena– “¿Cuánto más en una familia, que es todo lo que ellos desean?”.
Te compartimos maneras de contactarte con el Hogar Infantil Príncipe de Paz:
WhatsApp: +54 9 11 5889-4836
Ubicación: https://goo.gl/maps/3jPuYjAbXva1gWNz9
Instagram: https://www.instagram.com/hogarprincipedepaz/